Fue un viejo amigo mío, a quién valoro mucho por su agudeza intelectual, su curiosidad y su buen sentido del humor, que me llamó un día al atardecer, para comentarme su reacción a mi historia, y decirme que encontraba entretenida mi experiencia, pero mañosa mi manera de contarla.
Sombras del otoño en Aculeo - Acuarela 70 x 50 cms |
"No te creo -me dijo- Estás haciendo trampa. Debiste ponerla en su lugar a tu amiga, porque descalificar tu pintura por el mero hecho de ser "figurativa", me parece una tontería imperdonable. Todo el mundo reaccionaría a eso". Le pedí que se explicara.
"No te parece que recurrir a ese rectangulito en las cartulina es francamente escandaloso, además de deshonesto?" -me espetó. "Además de deshonesto merecía de parte tuya una reprobación clara". Y Añadió: "No te das cuenta que si todos siguiéramos ese camino tuyo complaciente, los errores nunca se corregirían y los prevaricadores del arte se quedarían, siempre, con la última palabra?" Eso dijo.
Intimidades de Horcón - Acuarela 70 x 50 cms |
Nuestras mutuas argumentaciones en torno al tema planteado, fueron tomando cuerpo, crecieron con un va y un viene pletórico de silogismos. Razonaba él que el arte estaba lleno de tipos inseguros que por defender su identidad artística, se colgaban de dogmas, que divulgaban hasta convertirlas en verdades reveladas, que, al final, muy pocos se atrevían a contradecir, sobretodo los que eran legos en la materia, que son la mayoría.
Sin dejarme mucho lugar para contradecirlo, o al menos expresarle mis ideas al respecto, y aparentemente imbuido por una misión de fortalecer mi confianza en lo que hacía, defendió mis pinturas, justamente por lo que tenían de valerosas.
Reflejos en el agua (Malvinas) - Acuarela 60 x 50 cms |
Le agradecí sus palabras cuya vehemencia bien intencionada ya comenzaban a sobrepasarme, y aparentemente se lo dije con una voz o un tono equívoco, que lo hizo parar en seco.
"Que no estás de acuerdo conmigo", me preguntó. Y como guardé silencio, agregó: "Me estás tomando en pelo?".
Me apresuré en negarlo, pero él no me creyó y sentí, ahora, la dureza de su voz. "Te noto titubeante", me dijo. "Ten claro, entonces, que si cedes a la presión de la opinión pública, te convertirás en complice del arte de basura".
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Todas mis argumentaciones que siguieron a ese exabrupto, fueron inútiles. Mis explicaciones, que después de una larga vida como la mía, había llegado a la convicción que todo el mundo tiene la razón, y no la tiene, ambas cosas. Que en el mundo transitaban, no sé, veinte mil millones de personas, y había veinte mil millones de razones, todas originales, y todas iguales. Que, entonces, quien la tenía? Ahí creyó que, en verdad, le estaba tomando el pelo, y se enojó.
Bosquejo en dos colores - Acuarela 48 x 36 cms |
Ahí se terminó nuestro encuentro. Me dijo que yo era un tipo insoportable, que no sabía como argumentar conmigo, y le encontré razón. Que no había "verdad" conmigo.
Entonces yo le pregunté cual era "la verdad". Ahí me miró a los ojos, por primera vez, y yo miré los suyos, y después de un rato asomó una sonrisa en las arrugas de su cara, y vi asomar su sentido del humor, que me gusta tanto, porque es ahí donde están demás las palabras. Terminamos riendo, ambos, y no dijimos nada más, porque ambos entendíamos.
Procesión en bruma - Acuarela 48 x 36 cms |